El teatro y el animal político

Bild: Paula Urbano/Aliasteatern (beskuren)

Por primera vez, una obra del dramaturgo español Juan Mayorga se representa en un escenario sueco. Loretto Villalobos se reunió con él para conversar sobre la obra y el potencial político del teatro.

La obra «Animales nocturnos» de 2003 es una comedia negra poética sobre las consecuencias en las relaciones humanas cuando una sociedad implementa leyes que dividen a las personas en legales e ilegales. En «Animales nocturnos» nos encontramos con dos parejas: mujer Alta y hombre Alto, por un lado, y mujer Baja y hombre Bajo, por el otro. El hombre Bajo ha descubierto que la pareja Alta se encuentra en el país de manera ilegal y extorsiona al hombre Bajo. Shari Sabel Strandmark se encarga de la dirección y concepto, y Joséphine Wistedt de la dirección y coreografía en esta puesta en escena que se puede ver el Aliasteatern, un teatro independiente ubicado en el centro de Estocolmo. La obra se presenta durante todo el mes de marzo, con funciones tanto por la tarde como funciones para escolares.

Juan Mayorga está en Estocolmo para una visita breve antes del estreno preliminar de la obra que se presenta una semana antes del estreno oficial. Nos encontramos en uno de los cafés del Kulturhuset Stadsteatern, una institución teatral de Estocolmo. Junto a su lado está lleva a su esposa Coté.

Mayorga es dramaturgo con más de 30 obras escritas, director artístico del Teatro La Abadía en Madrid y miembro de la Real Academia Española, entre muchas otras cosas. Pero el teatro y sus características que transforman el mundo parecen estar siempre en primer plano cuando habla conmigo.

– De algún modo, el teatro le devuelve la soberanía de la imaginación al espectador, y eso es fantástico, porque vivimos en un mundo en el que la imaginación está permanentemente invadida.

El apunta a su teléfono celular.

– Es decir, no se nos da espacio para imaginar, precisamente por la riqueza y exuberancia de las imágenes que tenemos a nuestro alrededor. Lo que ocurre en el teatro es que, con unos pocos palos puedes construir una casa; con pocos objetos, se pueden crear distintas situaciones. Y cada uno puede imaginar la casa del hombre Alto y la mujer Alta, o la casa del hombre Bajo y la mujer Baja, de distintas formas, así como ese parque y demás.

Mayorga está haciendo referencia a la decoración minimalista, de la escenógrafa Paula Urbano, que tiene la puesta de escena que habíamos visto la tarde anterior en Aliasteatern. Solo los contornos de los dos apartamentos están marcados y la escenografía consiste principalmente de objetos planos de un tono gris similar al de la cinta adhesiva plateada. Una maleta de madera plywood pintada del mismo color gris señala para el público, por mayoría con descendencia en Latinoamérica, la vida en el exilio de la pareja Alta de una manera que es inmediatamente reconocible.

– Hay una caracterización que hace del teatro el gran escritor argentino Jorge Luis Borges, que a mí me gusta recordar a veces, y dice que el teatro es el arte en el que una persona finge ser lo que no es y otra finge que se lo cree. Y eso es maravilloso, ¿no? O sea, el teatro es un pacto de fingidores.

Tal pacto, hablando concretamente, puede tomar forma como cuando un actor se sienta y con cuidado minucioso se dedica a pegar pequeños pedazos de papel sobre una tabla, como en una de las escenas de “Animales nocturnos”.


¿Puedes contarme cual es el significado que tiene el animal en tus obras de teatro?

– Yo he explorado el animal en escena en distintas obra y digo que creo que el animal en escena tiene primero un valor poético y en segundo lugar un valor político. El valor poético reside en que si el espectador acepta que haya y un actor interpretando a un animal representando a un animal el marco se rompe. Las posibilidades de acción y también de palabra de los personajes son enormes. El animal representado por un ser humano es una representación, si se quiere, paradójica del ser humano animalizado. Y entonces decía que de algún modo creo que eso me parece que tiene que ver con nuestro tiempo y quizá con cualquier tiempo. El hecho de que hoy hay seres humanos que son tratados como bestias.

El título de “Animales nocturnos” puede aludir a muchas cosas. Por ejemplo, a la doble vida que mujer Baja vive dado que sufre de insomnio, lo le que le hace llamar a un doctor de televisión en medio de la noche. También puede referirse al hecho de que los migrantes muchas veces aceptan hacer los trabajos que la sociedad mayoritaria rechaza, pero que la misma vez son fundamentales para el funcionamiento de la sociedad, denotando un ecosistema societario. El hombre Alto de la obra es un hombre intelectual, pero trabaja el turno de noche en un centro de salud, algo que es realidad para muchos académicos que se han visto obligados a huir de sus países.

También puede hacer referencia a una escena clave de la obra cuando el hombre Bajo lleva al hombre Alto a un zoológico, a la sección donde se exponen a los animales nocturnos. Observan a los animales enjaulados, lo que en la práctica se convierte en una doble exposición de la mirada voyeurista, ya que los actores observan al público, que a su vez los observa a ellos. Tal vez ahí surge esa carga política de la que habla Mayorga, cuando el texto de la obra pone en cuestión la relación de poder entre los actores y el público: ¿quién es realmente el animal en la jaula?

El motivo del animal también se repite en una parábola de Arquíloco que se menciona a lo largo de toda la obra: “El zorro sabe muchas cosas. El erizo solo una, pero importante.”

¿Qué sentido tiene ese dicho que se repite en la obra?

– Como dice en un cierto momento la mujer Alta, se trata de un fragmento del poeta griego Arquíloco. El hecho de que nos haya llegado solo como fragmento, como el resto de algo, hace que sea una expresión polisémica que puede ser interpretada de muy distintas formas. Entonces, la pregunta que yo me hago, y por tanto la proyecto sobre la mujer Baja, es si también los seres humanos podríamos caracterizarnos como zorros o erizos. Y a veces puede ocurrir lo que yo llamo turbulencias en un texto. Es decir, algún espectador puede pensar: “Hay algo que me están diciendo aquí que tiene que ver con la obra”. A lo mejor resulta que uno es un zorro de esos y otro es un erizo.

Nunca queda resuelto tampoco

– Claro

Eso es lo lindo de la obra…

– Si algún espectador está buscando erizos y zorros en la obra, por ejemplo, si piensa que el hombre Bajo es un erizo, quizás, y el hombre Alto es un zorro, a mí eso en todo caso me parece productivo. Yo no quiero decirle que esto es así, pero el hecho de que eso haya generado una reacción en el espectador, que se pregunte «¿qué es esto? ¿Por qué aparece esto en la obra?», tiene ese doble valor. Por un lado, alude a dos animales significativos, y por otro lado, hace que el espectador esté quizás más alerta respecto a lo que está viendo y busque erizos y zorros en la obra.

Hay un fuerte ethos político en la dramaturgia de Mayorga. “Animales nocturnos”, por ejemplo, se trata de la ley de extranjería en España que encuentra su contraparte sueca en la llamada ley de obligación de información que esta propuesta tomar efecto desde julio de 2026. La ley, coloquialmente llamada “ley de delato”, está según sus críticos en contradicción con los derechos humanos en cuanto a que los inmigrantes efectivamente pierden el derecho a salud y a la educación. Sin embargo, en “Animales nocturnos” más que una representación directa de cómo las autoridades marginan a las personas, son las relaciones interpersonales las que están en juego, En la obra, el hombre Alto se pone en una especie de servidumbre relacional, donde la amistad se convierte en la moneda que se intercambia a través de la extorsión.


Bild: Anna Drvnik

¿Tú piensas que el teatro debe ser político? ¿O mas bien tiene una potencial de serlo?

– Claro, mira, yo a veces digo que el teatro es constitutivamente político, es decir, es imposible hacer teatro y no hacer política. Porque incluso si estás diciendo «no me voy a ocupar de nada que parezca político», ya estás haciendo política. A veces digo que el teatro es político al menos en tres sentidos. Hay uno, fundamental, y es que se hace en asamblea. Eso ya tiene un carácter inmediatamente político. El teatro es un arte que convoca a la polis. Los que estuvimos reunidos en el Aliasteatern somos ciudadanos, y entre nosotros hay algunos pocos que son delegados nuestros, a quienes prestamos nuestra atención, nuestra escucha, nuestros ojos, y ellos representan ante nosotros posibilidades de la vida humana. Entonces, eso ya es un acto político, es un acto de asamblea comunitaria. En segundo lugar, el teatro es un arte político porque su creación es colectiva. Lo que ocurrió ayer, por ejemplo, no es como cuando el novelista o el poeta está en su diálogo consigo mismo. En la medida en que se realiza un hecho teatral, ya hay algo que compartimos con las directoras de este espectáculo, el fundador del teatro, Bernardo [Llorens], la gente que lo hace posible, los actores. Entonces, ya hay algo comunitario, hay preocupaciones que compartimos, y eso es político. Luego, en tercer lugar, creo que el teatro es el arte de la crítica y de la utopía. Y eso porque es el arte que más se parece a la vida humana. Es un examen del mundo que hay e imaginación de otros mundos posibles.

Pensando que el teatro es un arte fundamentalmente colectivo y tú siendo dramaturgo, o sea, ¿qué posición pondrías tú el texto con respecto a la colectividad?

– Yo no defiendo la centralidad del texto en el hecho teatral, ni la centralidad de lo literario en el hecho teatral, ni tengo ninguna nostalgia de momentos en la historia del teatro en los que el autor estuvo en el centro del hecho teatral. A veces he dicho que, para mí, la palabra más bella de la jerga teatral es la palabra “compañía”. Cuando digo que escribo textos teatrales, aclaro que para mí un texto teatral es un texto que despierta el deseo de teatro. Mi misión como dramaturgo es escribir textos que despierten el deseo en un grupo de actores, en un director, en un iluminador, de reunirse y, un día, abrir su reunión a la ciudad.

Así como para redondear y terminar ya que has tenido la noche y en la mañana para digerir el espectáculo de ayer ¿con cuáles impresiones te quedas?

Claro, como manifesté ayer, yo no llego a los espectáculos de mis obras poniéndome en una posición de juez o como si uno fuese la última instancia desde la que juzgar un espectáculo. Al contrario, intento ver la obra hasta donde es posible, sin prejuicios y acercándome a la experiencia que pueda tener cualquier otro espectador. Dicho esto, yo disfruté mucho el espectáculo de ayer. Hay singularidades del espectáculo que me parecen muy importantes. La primera es el uso del coro. Esta es la primera vez que veo un coro, y me pareció que daba cuenta de ese mundo atomizado, de una sociedad disgregada. Hay personas que quizás están mirando y escuchando sin, por otro lado, ofrecernos diálogo, pero que están vigilándonos, o que nos están viendo como si fuésemos animales de un zoo. También me pareció fascinante ese diálogo entre la palabra y la danza. No me parecía un mero juego estético, era significativo. Hacía aparecer niveles de comprensión de los personajes y de la situación. Y, por otro lado, ese espacio semidesnudo me parecía también extraordinariamente poético y teatral. Yo me sentiría orgulloso de que este espectáculo viajase y se mostrara en España, sin duda.

Loretto Villalobos • 2025-03-21
Loretto Villalobos är kulturskribent, kritiker och etnolog med intresse för hur kollektivt minne gestaltas i individens berättelser.


El teatro y el animal político

Bild: Paula Urbano/Aliasteatern (beskuren)

Por primera vez, una obra del dramaturgo español Juan Mayorga se representa en un escenario sueco. Loretto Villalobos se reunió con él para conversar sobre la obra y el potencial político del teatro.

La obra «Animales nocturnos» de 2003 es una comedia negra poética sobre las consecuencias en las relaciones humanas cuando una sociedad implementa leyes que dividen a las personas en legales e ilegales. En «Animales nocturnos» nos encontramos con dos parejas: mujer Alta y hombre Alto, por un lado, y mujer Baja y hombre Bajo, por el otro. El hombre Bajo ha descubierto que la pareja Alta se encuentra en el país de manera ilegal y extorsiona al hombre Bajo. Shari Sabel Strandmark se encarga de la dirección y concepto, y Joséphine Wistedt de la dirección y coreografía en esta puesta en escena que se puede ver el Aliasteatern, un teatro independiente ubicado en el centro de Estocolmo. La obra se presenta durante todo el mes de marzo, con funciones tanto por la tarde como funciones para escolares.

Juan Mayorga está en Estocolmo para una visita breve antes del estreno preliminar de la obra que se presenta una semana antes del estreno oficial. Nos encontramos en uno de los cafés del Kulturhuset Stadsteatern, una institución teatral de Estocolmo. Junto a su lado está lleva a su esposa Coté.

Mayorga es dramaturgo con más de 30 obras escritas, director artístico del Teatro La Abadía en Madrid y miembro de la Real Academia Española, entre muchas otras cosas. Pero el teatro y sus características que transforman el mundo parecen estar siempre en primer plano cuando habla conmigo.

– De algún modo, el teatro le devuelve la soberanía de la imaginación al espectador, y eso es fantástico, porque vivimos en un mundo en el que la imaginación está permanentemente invadida.

El apunta a su teléfono celular.

– Es decir, no se nos da espacio para imaginar, precisamente por la riqueza y exuberancia de las imágenes que tenemos a nuestro alrededor. Lo que ocurre en el teatro es que, con unos pocos palos puedes construir una casa; con pocos objetos, se pueden crear distintas situaciones. Y cada uno puede imaginar la casa del hombre Alto y la mujer Alta, o la casa del hombre Bajo y la mujer Baja, de distintas formas, así como ese parque y demás.

Mayorga está haciendo referencia a la decoración minimalista, de la escenógrafa Paula Urbano, que tiene la puesta de escena que habíamos visto la tarde anterior en Aliasteatern. Solo los contornos de los dos apartamentos están marcados y la escenografía consiste principalmente de objetos planos de un tono gris similar al de la cinta adhesiva plateada. Una maleta de madera plywood pintada del mismo color gris señala para el público, por mayoría con descendencia en Latinoamérica, la vida en el exilio de la pareja Alta de una manera que es inmediatamente reconocible.

– Hay una caracterización que hace del teatro el gran escritor argentino Jorge Luis Borges, que a mí me gusta recordar a veces, y dice que el teatro es el arte en el que una persona finge ser lo que no es y otra finge que se lo cree. Y eso es maravilloso, ¿no? O sea, el teatro es un pacto de fingidores.

Tal pacto, hablando concretamente, puede tomar forma como cuando un actor se sienta y con cuidado minucioso se dedica a pegar pequeños pedazos de papel sobre una tabla, como en una de las escenas de “Animales nocturnos”.


¿Puedes contarme cual es el significado que tiene el animal en tus obras de teatro?

– Yo he explorado el animal en escena en distintas obra y digo que creo que el animal en escena tiene primero un valor poético y en segundo lugar un valor político. El valor poético reside en que si el espectador acepta que haya y un actor interpretando a un animal representando a un animal el marco se rompe. Las posibilidades de acción y también de palabra de los personajes son enormes. El animal representado por un ser humano es una representación, si se quiere, paradójica del ser humano animalizado. Y entonces decía que de algún modo creo que eso me parece que tiene que ver con nuestro tiempo y quizá con cualquier tiempo. El hecho de que hoy hay seres humanos que son tratados como bestias.

El título de “Animales nocturnos” puede aludir a muchas cosas. Por ejemplo, a la doble vida que mujer Baja vive dado que sufre de insomnio, lo le que le hace llamar a un doctor de televisión en medio de la noche. También puede referirse al hecho de que los migrantes muchas veces aceptan hacer los trabajos que la sociedad mayoritaria rechaza, pero que la misma vez son fundamentales para el funcionamiento de la sociedad, denotando un ecosistema societario. El hombre Alto de la obra es un hombre intelectual, pero trabaja el turno de noche en un centro de salud, algo que es realidad para muchos académicos que se han visto obligados a huir de sus países.

También puede hacer referencia a una escena clave de la obra cuando el hombre Bajo lleva al hombre Alto a un zoológico, a la sección donde se exponen a los animales nocturnos. Observan a los animales enjaulados, lo que en la práctica se convierte en una doble exposición de la mirada voyeurista, ya que los actores observan al público, que a su vez los observa a ellos. Tal vez ahí surge esa carga política de la que habla Mayorga, cuando el texto de la obra pone en cuestión la relación de poder entre los actores y el público: ¿quién es realmente el animal en la jaula?

El motivo del animal también se repite en una parábola de Arquíloco que se menciona a lo largo de toda la obra: “El zorro sabe muchas cosas. El erizo solo una, pero importante.”

¿Qué sentido tiene ese dicho que se repite en la obra?

– Como dice en un cierto momento la mujer Alta, se trata de un fragmento del poeta griego Arquíloco. El hecho de que nos haya llegado solo como fragmento, como el resto de algo, hace que sea una expresión polisémica que puede ser interpretada de muy distintas formas. Entonces, la pregunta que yo me hago, y por tanto la proyecto sobre la mujer Baja, es si también los seres humanos podríamos caracterizarnos como zorros o erizos. Y a veces puede ocurrir lo que yo llamo turbulencias en un texto. Es decir, algún espectador puede pensar: “Hay algo que me están diciendo aquí que tiene que ver con la obra”. A lo mejor resulta que uno es un zorro de esos y otro es un erizo.

Nunca queda resuelto tampoco

– Claro

Eso es lo lindo de la obra…

– Si algún espectador está buscando erizos y zorros en la obra, por ejemplo, si piensa que el hombre Bajo es un erizo, quizás, y el hombre Alto es un zorro, a mí eso en todo caso me parece productivo. Yo no quiero decirle que esto es así, pero el hecho de que eso haya generado una reacción en el espectador, que se pregunte «¿qué es esto? ¿Por qué aparece esto en la obra?», tiene ese doble valor. Por un lado, alude a dos animales significativos, y por otro lado, hace que el espectador esté quizás más alerta respecto a lo que está viendo y busque erizos y zorros en la obra.

Hay un fuerte ethos político en la dramaturgia de Mayorga. “Animales nocturnos”, por ejemplo, se trata de la ley de extranjería en España que encuentra su contraparte sueca en la llamada ley de obligación de información que esta propuesta tomar efecto desde julio de 2026. La ley, coloquialmente llamada “ley de delato”, está según sus críticos en contradicción con los derechos humanos en cuanto a que los inmigrantes efectivamente pierden el derecho a salud y a la educación. Sin embargo, en “Animales nocturnos” más que una representación directa de cómo las autoridades marginan a las personas, son las relaciones interpersonales las que están en juego, En la obra, el hombre Alto se pone en una especie de servidumbre relacional, donde la amistad se convierte en la moneda que se intercambia a través de la extorsión.


Bild: Anna Drvnik

¿Tú piensas que el teatro debe ser político? ¿O mas bien tiene una potencial de serlo?

– Claro, mira, yo a veces digo que el teatro es constitutivamente político, es decir, es imposible hacer teatro y no hacer política. Porque incluso si estás diciendo «no me voy a ocupar de nada que parezca político», ya estás haciendo política. A veces digo que el teatro es político al menos en tres sentidos. Hay uno, fundamental, y es que se hace en asamblea. Eso ya tiene un carácter inmediatamente político. El teatro es un arte que convoca a la polis. Los que estuvimos reunidos en el Aliasteatern somos ciudadanos, y entre nosotros hay algunos pocos que son delegados nuestros, a quienes prestamos nuestra atención, nuestra escucha, nuestros ojos, y ellos representan ante nosotros posibilidades de la vida humana. Entonces, eso ya es un acto político, es un acto de asamblea comunitaria. En segundo lugar, el teatro es un arte político porque su creación es colectiva. Lo que ocurrió ayer, por ejemplo, no es como cuando el novelista o el poeta está en su diálogo consigo mismo. En la medida en que se realiza un hecho teatral, ya hay algo que compartimos con las directoras de este espectáculo, el fundador del teatro, Bernardo [Llorens], la gente que lo hace posible, los actores. Entonces, ya hay algo comunitario, hay preocupaciones que compartimos, y eso es político. Luego, en tercer lugar, creo que el teatro es el arte de la crítica y de la utopía. Y eso porque es el arte que más se parece a la vida humana. Es un examen del mundo que hay e imaginación de otros mundos posibles.

Pensando que el teatro es un arte fundamentalmente colectivo y tú siendo dramaturgo, o sea, ¿qué posición pondrías tú el texto con respecto a la colectividad?

– Yo no defiendo la centralidad del texto en el hecho teatral, ni la centralidad de lo literario en el hecho teatral, ni tengo ninguna nostalgia de momentos en la historia del teatro en los que el autor estuvo en el centro del hecho teatral. A veces he dicho que, para mí, la palabra más bella de la jerga teatral es la palabra “compañía”. Cuando digo que escribo textos teatrales, aclaro que para mí un texto teatral es un texto que despierta el deseo de teatro. Mi misión como dramaturgo es escribir textos que despierten el deseo en un grupo de actores, en un director, en un iluminador, de reunirse y, un día, abrir su reunión a la ciudad.

Así como para redondear y terminar ya que has tenido la noche y en la mañana para digerir el espectáculo de ayer ¿con cuáles impresiones te quedas?

Claro, como manifesté ayer, yo no llego a los espectáculos de mis obras poniéndome en una posición de juez o como si uno fuese la última instancia desde la que juzgar un espectáculo. Al contrario, intento ver la obra hasta donde es posible, sin prejuicios y acercándome a la experiencia que pueda tener cualquier otro espectador. Dicho esto, yo disfruté mucho el espectáculo de ayer. Hay singularidades del espectáculo que me parecen muy importantes. La primera es el uso del coro. Esta es la primera vez que veo un coro, y me pareció que daba cuenta de ese mundo atomizado, de una sociedad disgregada. Hay personas que quizás están mirando y escuchando sin, por otro lado, ofrecernos diálogo, pero que están vigilándonos, o que nos están viendo como si fuésemos animales de un zoo. También me pareció fascinante ese diálogo entre la palabra y la danza. No me parecía un mero juego estético, era significativo. Hacía aparecer niveles de comprensión de los personajes y de la situación. Y, por otro lado, ese espacio semidesnudo me parecía también extraordinariamente poético y teatral. Yo me sentiría orgulloso de que este espectáculo viajase y se mostrara en España, sin duda.

Loretto Villalobos • 2025-03-21
Loretto Villalobos är kulturskribent, kritiker och etnolog med intresse för hur kollektivt minne gestaltas i individens berättelser.